En nuestro calendario de festividades se encuentra el Día del Maestro, conmemorado cada 15 de mayo. No obstante, no sólo se debe celebrar, sino hacer una profunda reflexión sobre lo que implica ser docente en nuestro país hoy día, pues resulta ser una tarea que para parte de la población parece ser irrelevante o de desprestigio.
Como dijera en su momento el maestro Justo Sierra, incansable defensor de la educación en México, en su discurso por la inauguración de Universidad Nacional en el año de 1910:
“Cultivar voluntades para cosechar egoísmos sería la bancarrota de la pedagogía; precisa imantar de amor a los caracteres, precisa saturar al hombre de espíritu de sacrificio para hacerle sentir el valor inmenso de la vida social, para convertirlo en un ser moral en toda la belleza serena de la expresión; navegar siempre en el derrotero de ese ideal, irlo realizando día a día, minuto a minuto, he aquí la divina misión del maestro.”
La figura del maestro en la sociedad
De este modo, queda clara la importancia de la labor de los profesores en la formación de los alumnos de cualquier nivel escolar. En épocas pasadas su figura social representó un alto grado de respeto, ya que se vinculaba directamente con la fuente de conocimiento y, como bien dice la frase, “el conocimiento es poder”, siendo ellos, sin duda, una manera de adquirir el saber para crear un mundo justo.
Para que esto pueda seguir siendo posible es necesario recordar las principales funciones de los maestros que van desde el nivel básico y que consisten en la “transmisión de conocimientos y la formación de personas capaces de incorporarse a la sociedad mediante el saber, un conjunto de valores y un sentido de ciudadanía”.
El director del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la UNAM, Hugo Casanova Cardiel, destacó otro punto importante del tema al señalar la ardua tarea que desempeñan los maestros rurales que lamentablemente se enfrentan a condiciones de carencia con obligaciones administrativas que tienden a dejar de lado la parte humana, y pese a ello, el sistema contribuye a su desprestigio: “El prestigio social del magisterio mexicano fue seriamente lastimado en los últimos años, con resultados políticos, sociales y humanos, en la medida que los maestros se vieron confrontados y cuestionados”, expresó Casanova.
Por ello, en su día, es el momento propicio para que el trabajo docente sea dignificado mediante el impulso de políticas públicas funcionales, tal y como concluyó el universitario.