Todos los aspectos de tu bienestar tienen que ver con lo que comes. Investigaciones recientes nos han proporcionado una receta nutricional para que tu organismo trabaje de forma óptima.
Una buena condición física
Para mantener niveles constantes de energía y un sistema cardiovascular sano es importante llevar una dieta rica en frutas, verduras y granos enteros. Los carbohidratos con un IG bajo son fuente prolongada de energía y antioxidantes. Algunas grasas saludables para el corazón son las monoinsaturadas y las omega 3, mientras que las saturadas y las trans elevan los niveles de colesterol.
Por su parte, el consumo de carbohidratos procesados, alimentos dulces y sal en exceso aumentan la presión arterial.
Músculos, huesos y articulaciones fuertes y piel sana
Al envejecer es importante consumir proteínas completas diariamente para conservar la masa muscular. Repartir la ingesta de proteínas en el día puede ayudar al organismo a utilizarlas mejor. Los huesos y las articulaciones se benefician con el calcio, y es importante aprovechar al máximo su absorción evitando alimentos salados.
Padecimientos inflamatorios como la artritis pueden mejorar al consumir grasas omega 3, especias y antioxidantes. Una piel saludable requiere abundantes líquidos, vitamina C, cinc, vitamina E y ácidos grasos omega 3.
La función inmunitaria
Algunos nutrientes importantes para el sistema inmunitario son la vitamina C, el cinc, el selenio, el folato, las grasas omega 3 y la vitamina E. El ajo, el té, las verduras crucíferas y las especias también contienen sustancias beneficiosas para el sistema inmunitario, al igual que las frutas y los verduras.
Un aparato digestivo saludable
La fibra y los líquidos ayudan al sistema digestivo a trabajar con normalidad. La fibra absorbe los líquidos para dar volumen a las deposiciones, estimulando los músculos intestinales. Aumentar el consumo de fibra (y el de líquidos) puede ayudar a aliviar el estreñimiento y favorecer el crecimiento de bacterias que protegen contra infecciones y producen combustible para las células intestinales.
Un funcionamiento óptimo del cerebro y la vista
Los ojos y el cerebro dependen de los antioxidantes y las grasas beneficiosas para mantenerse saludables. Ambos pueden dañarse por el consumo excesivo de alcohol, alimentos salados y el aumento de peso. Se ha demostrado que ingerir muchos productos procesados o ricos en grasa favorece la depresión y reduce la memoria. El triptófano, aminoácido presente en la carne, el pescado, el pavo, los lácteos y los plátanos, ayuda a mejorar el estado de ánimo y a dormir bien.
Lo que debes modificar
Alimentarse bien es solo una parte de llevar una vida sana. Algunas investigaciones han identificado conductas esenciales que pueden mejorar la edad fisiológica.
Cuida tu peso:
Llevar a cuestas mucho peso ejerce presión en las articulaciones y en el corazón. Por el contrario, la delgadez excesiva también representa riesgos. Tales como sufrir fracturas y desarrollar algunos tipos de cáncer, por lo que resulta conveniente mantener un peso saludable.
Limita tu consumo de alcohol:
Consumir pequeñas cantidades de alcohol regularmente parece reducir el riesgo de padecer cardiopatías y demencia senil, pero cualquier cantidad de alcohol puede aumentar la inflamación y dañar el hígado.
Despídete del tabaco:
Si alguien deja de fumar a los 60 años, inmediatamente gana años de vida, pues fumar es la mayor causa evitable de muerte prematura y enfermedades. También promueve la inflamación crónica.
Aumenta tu nivel de actividad:
Muchos cambios en el organismo relacionados con la edad son resultado más del desuso que del simple envejecimiento. Mantener tu nivel de actividad es importante si deseas controlar tu peso y conservar tu fuerza muscular, flexibilidad y densidad ósea. Además, el ejercicio es bueno para el cerebro.
Duerme mejor:
Durante el sueño todas las células del organismo se reparan y se recuperan. Procura hacer ejercicio y respirar aire fresco temprano en la mañana; evita el estrés en las últimas horas del día, las comidas pesadas y el consumo de cafeína y alcohol, para dormir bien.
Hidrátate adecuadamente:
La respuesta a la sed disminuye con la edad, de modo que las personas mayores corren mayor riesgo de deshidratarse, sobre todo cuando toman medicamentos que aumentan los requerimientos de líquidos, o en climas cálidos. Bebe agua con frecuencia.
Reduce el estrés:
Las hormonas del estrés favorecen el aumento de peso e inhiben el sistema inmunitario, acelerando el proceso de envejecimiento. El ejercicio puede ayudar al organismo a lidiar con el estrés. Trata de meditar, practicar yoga, hacer ejercicios de visualización, inhalaciones profundas u otras técnicas de relajación.
Cuida lo que comes:
La protección del sistema inmunitario se reduce al envejecer, por lo que es importante lavarse bien las manos antes de manipular los alimentos. Reduce al mínimo el tiempo que los alimentos cocinados permanecen a temperatura ambiente, y desecha la comida pasada.
Activa tu mente:
La salud mental es tan importante para el bienestar como la salud física. Una vida ocupada, con conexiones sociales, relaciones cercanas e intereses activos es importante para mantenerse joven.
Fuente: Revista Guía de Bienestar