Mitos y verdades sobre tu cerebro cuando aprende idiomas.
Con tendencia se incita a las personas a aprender una segunda lengua; los motivos suelen ser distintos y muy diversos. En algunos casos van desde un mero gusto personal o por el estatus que da el hablar otro idioma, hasta por razones profesionales, como obtener un mejor empleo.
En cualquier caso, lo cierto es que sus beneficios van más allá del aspecto social y llegan al ámbito de nuestra salud cerebral; es decir, aprender nuevos idiomas incide en nuestra “supermáquina”, el cerebro. Pero ¿sabes cómo? Aquí algunos mitos y realidades al respecto que el neurólogo Felipe Vega Boada, académico del Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM, despeja.
En realidad es posible aprender una segunda o tercera lengua a cualquier edad; sin embargo, resulta mucho más sencillo cuando se realiza antes de los 10 años de edad.
Se ha demostrado con estudios estructurales que las áreas involucradas en el aprendizaje de una nueva lengua tienen mayores cambios en este periodo. Además, otorga a los niños una mayor facilidad de aprender y familiarizarse con otro idioma. Después de esta edad podría considerarse un aprendizaje más académico y lento, pero no significa que no sea posible adquirir nuevos conocimientos como lo es el aprender una nueva lengua.
De acuerdo con el académico Felipe Vega Boada, aprender un nuevo idioma es beneficioso para el cerebro porque le permite ampliar la red de interconexiones.
En pacientes de la India, Europa (Bélgica e Inglaterra), se ha demostrado que la aparición de enfermedades como el Alzheimer, la demencia frontotemporal y la demencia vascular se pueden retrasar de cuatro a seis años en pacientes bilingües comparados con pacientes monolingües.
El académico Felipe Vega Boada explicó que aprender nuevos idiomas mejora la reserva cognitiva y la plasticidad cerebral.
Aprender un idioma distinto al materno aporta ventajas y beneficios prácticos, ya que el cerebro es diferente en cuanto a fisiología y funcionalidad comparado con el de una persona monolingüe.
Refirió que la mayor actividad de las áreas neuronales estimuladas durante el proceso de aprendizaje de un nuevo idioma fortalece al cerebro y favorece el crecimiento de la corteza y de la sustancia blanca, situación que mejora las interconexiones y el funcionamiento.
No es que unos sean más inteligentes que otros, sino que las personas que hablan más de dos idiomas tienen mayor capacidad y habilidad para la resolución de problemas comparados con los monolingües o bilingües, debido a que mejoran las interconexiones hemisféricas agilizando las funciones ejecutivas y analíticas del pensamiento, esto les permite concentrarse y memorizar mejor.
En este sentido, el neurólogo Felipe Vega señala que aprender nuevos idiomas mejora la reserva de conocimiento y la plasticidad cerebral. Las habilidades verbales, la velocidad de procesamiento mental y la flexibilidad cognitiva, lo cual repercute en una mayor eficiencia de las funciones ejecutivas y capacidad de análisis.
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