Conoce un poco más de este aperitivo, que se descubrió por casualidad cuando se dieron cuenta que el añadido de aguardiente a los vinos portugueses favorecía su estabilidad durante el transporte por mar.
El oporto parece haber dado más mitos que cualquier otro gran vino del mundo. Puede que se deba a la naturaleza de la tierra de donde procede: el valle duro, árido e inhóspito del Duero, al norte de Portugal, que todavía es una de las regiones más atrasadas de Europa Occidental.
Pero también puede ser el resultado del peso de las tradiciones inglesas, a las que la historia del oporto parece ligada, aunque solo fuera por esa costumbre ancestral que consiste en consumir una buena cantidad de botellas de oporto al final de una comida, para lo cual los comensales se pasan la garrafa de vintage en el sentido de las agujas del reloj, después de despachar cortésmente a las mujeres.
De pie, con un brindis a la reina y una copa de oporto milesimado en la mano, se intenta adivinar la añada y no se deja la mesa hasta después de vaciar la decantadora y las copas.
La historia inicia, como para el jerez, con el comercio de vinos naturales destinados al mercado británico; en el siglo XVII, los comerciantes ingleses establecieron factorías en Portugal.
Los primeros vinos expedidos fueron vinos comunes de mesa, pero a partir del siglo XVIII, se descubrió por casualidad que el añadido de aguardiente a los vinos portugueses favorecía su estabilidad durante el transporte por mar. Hasta fines del siglo XIX una polémica enfrentó a los partidarios y los ponentes de esta forma de hacer vino. La historia dio la razón a los primeros.
Francia descubrió mucho más tarde las virtudes del oporto tawny o ruby como aperitivo, y se convirtió en el primer mercado de exportación, seguida del Benelux (la unión aduanera y económica de Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo), Alemania y los Estados Unidos.
En las laderas de un macizo montañoso —cerca de la frontera que separa Portugal y España— en las provincias de Tras-os-Montes y de Beira Alta, se encuentra el viñedo que da origen al oporto.
El oporto fue el primer vino del mundo que conoció una reglamentación, pues las primeras medidas datan del marqués de Pombal, primer ministro portugués, quien creó un monopolio del Estado (la Compavhia Geral da agricultura das vinhas do Alto Douro) entre 1758 y 1761.
La zona de denominación cubre unas 260,000 hectáreas en las laderas talladas por el Duero y sus afluentes, pero la superficie cultivada no cubre más que del 10 al 12 por ciento de la superficie autorizada.
Solo los suelos esquistosos (del cámbrico y del precámbrico) ofrecen la posibilidad de producir oporto, mientras que los suelos graníticos solo consiguen producir vinos comunes de mesa.
La vid del Duero debe afrontar durante todo el año condiciones climáticas extremas. Los inviernos son duros, con un frío montañés y una sequía más marcada en la altitud al este, que valle abajo, al oeste.
En verano es un horno, algo característicos de los valles encajonados, sin un soplo de aire, donde son incontables los días con más de 40 grados Celsius a la sombra.
Curiosamente los viñedos de Oporto tenían antaño un gran número de variedades, tanto para la producción de vinos tintos como para la de blancos. Las viñas contaban más de 48 cepas diferentes, a menudo mezcladas en una misma parcela.
Muy recientemente (después de la revolución de 1974), siete variedades han sido recomendadas para la producción del oporto tinto:
Todos los oportos nacen ruby. Anejados en pipas durante algunos años, pierden su color y se vuelven tawny. Y aunque infinidad de personas creen que solo hay tinto, existe el oporto blanco.
Este tipo —elaborado con uva blanca— puede ser muy seco cuando el encabezado es tardío, pero generalmente es dulce, incluso como un jarabe, como el famoso Lágrima, hecho de un vino de lágrima.
El viñedo se compone de multitud de parcelas. Al menos 25 000 vitivinicultores producen uva para la elaboración de oporto. En el Duero la vendimia se realiza entre mediados de septiembre y mediados de octubre.
La vinificación, tanto en tinto como en blanco, inicia con la adición de aguardiente durante la fermentación, con la finalidad de detener la acción de las levaduras y de salvaguardar una parte de los azúcares fermentables naturales de la uva.
El añadido de alcohol de vino (aguardiente) en una relación de 100 l (de 76-78 por ciento) por 450 l de vino en fermentación, se hace progresivamente para dar origen al oporto.
Aunque algunos vitivinicultores realizan actualmente la crianza y el añejamiento de su producción en su propiedad, la mayoría de los oportos del Duero se transporta, a partir de la primavera, hacia Vila Nova de Gaia (frente a la ciudad de Oporto) en la desembocadura del río en donde están las inmensas bodegas comerciales, las lodges.
Una tradición que descansa en dos factores: por una parte, la atmósfera húmeda de Gaia es más propicia para el añejamiento en barrica que la sequía del Duero; por otra, en Oporto se mezclan los vinos y desde allí se expiden.
Fuente: Larousse de los vinos. Los secretos del vino.
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