Esta famosa frase no solo se queda en palabras, sino que, lamentablemente, trasciende a la realidad de la población que labora en México. Y es que según la ultima encuesta “Índice para una Vida Mejor”, realizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que evalúa la calidad de vida, nuestro país obtuvo el penúltimo puesto, el 37 de 38, en el rubro equilibrio vida-trabajo (uno de los tres aspectos que evalúa la encuesta).
Se hace una diferencia entre el Cociente Emocional (CE) y el Cociente Intelectual (CI), y se cree que el primero de estos es el que determina considerablemente el éxito de las personas, ya que involucra más aspectos de su vida que impactan tanto en el desempeño como en las habilidades de sus actividades cotidianas.
De hecho, estudios han demostrado que aquellos empleados que tienen un CE alto lo reflejan en su productividad laboral; además, permanecen más tiempo en sus trabajos, refuerzan su compromiso e incluso llegan a ganar más dinero.
Si bien se considera que la inteligencia emocional es innata, muchos psicólogos creen que se puede desarrollar.
La principal repercusión se observa en problemas de salud y sociales derivados del estrés, pues el tiempo dedicado a trabajar se traduce en el descuido del aspecto emocional.
En este sentido, algunas empresas han optado por implementar nuevas estrategias, tales como home office, horarios flexibles, programas de control de estrés, pausas activas laborales o clases de yoga para que esta situación cambie dentro de su personal, ya que la mejora de los empleados incide en la operación y hasta en el funcionamiento de la empresa; sin embargo, aún son las menos.
Pese a que las herramientas antes mencionadas aún no son algo común entre las compañías, también está en nuestras manos buscar el equilibrio necesario para tener una mejor calidad de vida. Por ello, aquí te mencionamos algunos consejos para alcanzarlo:
Las rutinas son inevitables en la vida, pero podemos hacer que se armonicen siendo conscientes, por ejemplo, eligiendo un trabajo que encaje con nuestro modo de vida o buscando realizar una actividad que te guste durante el día para la que no siempre tengas tiempo.
En muchos casos, el espíritu competitivo suele reforzar aspectos relacionados con el carácter, pues resulta ser un motivante para la toma de decisiones o la solución de problemas. El inconveniente es cuando el deseo de sobresalir nos lleva a compararnos con otras personas y nuestras prioridades se concentran en un solo aspecto, afectando así la calidad de vida.
Si tienes en mente esta ecuación, podrás detectar si es necesario hacer cambios en tu vida. Recuerda que un trabajo que desmotiva tarde o temprano se reflejará en otros ámbitos.
El equilibrio entre vida y trabajo se puede alcanzar si empresas y colaboradores trabajan en conjunto para lograrlo, empezar a adoptar hábitos en que generen bienestar personal y grupal es la pieza clave para mejorar los índices de satisfacción personal y productividad en nuestro país. Es parte de una nueva cultura organizacional.
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