Tras la I y II Guerra Mundial las mujeres fueron pioneras en avances tecnológicos, pero en la década de los 80 perdieron relevancia. Ahora, en la llamada cuarta revolución industrial, decenas de mujeres se han convertido en programadoras gracias a un modelo educativo que no solo las convierte en exitosas y bien remuneradas profesionistas, sino que las empodera para la vida.
Isabel Perea* estudió una licenciatura en Humanidades que jamás le abrió ninguna puerta; frustrada, atendía la tienda de su pareja hasta que un día se enteró de la posibilidad de estudiar programación y decidió aventurarse.
Tras seis meses de capacitación intensiva se convirtió en colaboradora a distancia de una empresa de inteligencia artificial ubicada en Silicon Valley. Isabel percibe un salario que jamás hubiera imaginado y se siente realizada.
Suena como un cuento, pero no lo es. Desde hace cinco años en México existe Laboratoria, una organización sin fines de lucro que brinda un programa de capacitación en desarrollo web a mujeres jóvenes que no han tenido acceso a educación superior de calidad.
Laboratoria —sobre la cual el expresidente de Estados Unidos Barack Obama dijo que tiene un éxito extraordinario— selecciona a las mujeres de acuerdo a su potencial de aprendizaje.
“Eso es lo que más pesa, más que cualquier título o experiencia previa” explica a Selecciones Araceli Campos, directora de Laboratoria en México. Durante el periodo de selección se les otorgan 700 puntos de data que les permiten predecir la capacidad de esas mujeres, pues consideran que ni sus condiciones anteriores ni el acceso a oportunidades deben condicionar su futuro. Allí lo que se busca es su potencial.
Las seleccionadas dedicarán seis meses de su vida a prepararse para entrar con el pie derecho al mundo digital, el cual crece a pasos agigantados y a velocidad supersónica.
La necesidad existe por parte del mercado y eso es relevante, dice Campos; afuera hay empresas de todo tipo, desde las micro hasta las internacionales, que están abriendo sus hosts de tecnología, así que buscan talento para fortalecer sus equipos.
Derivado de esa necesidad, en las empresas de la cuarta revolución industrial existe un interés muy alto por el talento femenino, el cual aporta características muy significativas a los equipos.
“Actualmente apenas una de cada 10 mujeres trabaja en el ámbito tecnológico; hemos estado relegadas en la creación de productos y servicios que infinidad de veces son dirigidos para las mujeres, así que existe la necesidad de que esos equipos sean diversos y tengan perspectiva femenina en la creación de servicios digitales” apunta Campos. Una estadística interesante es que las mujeres que egresan de Laboratoria triplican sus ingresos y el 80 por ciento se coloca en equipos de tecnología. Una vez colocadas, pueden empezar a pagar el programa. “Si no halla empleo no paga”.
Pero la realidad es otra para estas mujeres. Laboratoria está llena de ejemplos de mujeres con secundaria o preparatoria inconclusa y empleos con un bajo sueldo; ahora laboran en grandes empresas en el desarrollo de aplicaciones que todos usamos como las bancarias, por ejemplo.
Las interesadas deben ser mayores de edad y aunque en promedio tienen 28 años, la edad no es una limitante. “El público objetivo es quien ve este asunto como una carrera profesional y está dispuesto a dedicarle seis meses completos de su vida.
Aquí aprenden no solo habilidades técnicas, sino profesionales y socio-emocionales que les permiten mejorar en el transcurso de su vida” puntualiza Araceli Campos.
El reto actual de Laboratoria es incrementar el alumnado. Actualmente se gradúan 130 mujeres por año, un número bajo si se considera que hubo 1,300 interesadas. La organización, además de pensar en la implementación de educación en línea, busca un mayor apoyo empresarial.
La tecnología cambia muchas cosas, pero lo más importante es que transforma la manera en la que pensamos y en la que trabajamos, eso claramente no es algo sencillo de hacer y las empresas lo saben y tienen ese reto. Laboratoria puede acompañarlas en esa transformación ofreciéndoles talento femenino para sus equipos. Promovemos una economía digital más inclusiva, más competitiva y más diversa en la región.
Históricamente las mujeres han estado presentes en el mundo de la tecnología, sobre todo en la creación de software. La situación cambió dramáticamente a partir de la década de los 80, así que ya llegó el momento de retomar ese ámbito.
“¿Imagínate cómo sería el mundo si la mano femenina hubiera estado atrás de las aplicaciones que usamos ahora, si el mundo digital hubiera sido incluyente?” Araceli recuerda cuando las primeras bolsas de aire lastimaban más que protegían a las mujeres porque no estaban diseñadas para su anatomía.
O la primera versión de una app de salud de Apple que no contaba con ningún indicador para las necesidades femeninas. “No había mujeres en el desarrollo de esas aplicaciones, así que estamos ante la oportunidad no solo de tener más y mejores servicios, sino de que las mujeres tengan mayores oportunidades de crecer, de cumplir cualquier sueño que tengan sin ningún tipo de estereotipo” finaliza.
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