Se cree que el CE (cociente emocional) determina el éxito más que el CI (cociente intelectual). La capacidad intelectual representa sólo entre 10 y 25 por ciento de las diferencias en el rendimiento laboral, pues en el mundo actual, el conocimiento en sí no basta para destacarse. ¿Es más importante la inteligencia emocional o la inteligencia intelectual?
Somos más competentes en algunas tareas intelectuales si tenemos mayor aptitud emocional, porque cuando estamos claros respecto a lo que sentimos nos resulta más fácil tomar decisiones. Las emociones son mucho más importantes que los datos.
Estudios muestran que los empleados que tienen un CE alto tienden a ser más productivos, permanecen más tiempo en sus trabajos y ganan más dinero que sus colegas menos aptos emocionalmente. Y es más probable que reciban ascensos, pues descifran las emociones de sus superiores y se adaptan constantemente a las demás personas. Si bien se considera que la inteligencia emocional es innata, muchos psicólogos creen que se puede mejorar.
El ce es igual de importante en la vida diaria. Una buena inteligencia emocional nos brinda más felicidad y satisfacción, y nos protege de problemas psicológicos como la ansiedad y la depresión. Si tu inteligencia emocional es débil, el menor inconveniente se volverá un problema.
Si no reconoces a tiempo las primeras señales de estrés, resulta más difícil regular tus emociones una vez que alcanzan niveles peligrosos. Podrías tener una reacción exagerada si tu pareja o tu hijo dicen algo inofensivo, y luego arrepentirte. Si esto se vuelve un hábito, te llevará a la infelicidad.
El CE también afecta nuestra salud. Cuanto más alto es el nivel de inteligencia emocional, menos fármacos toma la gente y menos veces se enferma. Si bien un CE alto no garantiza que no te enfermes, es más probable que una inteligencia emocional baja se traduzca en mala salud, sobre todo en problemas cardiovasculares y digestivos provocados por niveles elevados de estrés.
El mayor impacto de la inteligencia emocional se da en las relaciones interpersonales. Al convivir con tus amigos, pareja, vecinos o compañeros de escuela, tener inteligencia emocional es un atributo realmente positivo, pues te permite comunicarte con mayor asertividad. Tener inteligencia emocional también ayuda a criar niños que se vuelven adultos felices y exitosos.
El trabajo comienza con nosotros, los adultos, para aumentar la autoconciencia, el optimismo y la motivación interna, pues somos responsables de las emociones que suscitamos en los niños. De nosotros depende ser la mejor versión posible de nosotros mismos en cuanto a actitudes, creencias y expectativas.
De lo contrario, podríamos pagar un precio muy alto, advierte la experta. Una posible consecuencia es el egocentrismo. Si no inculcamos la empatía en los niños podrían crecer aislados, con una actitud individualista, y no aprender a trabajar en equipo. El respeto incondicional es el ingrediente clave. Todos tienen derecho de expresar su opinión; luego, podemos discutirla y estar de acuerdo o no.
Quienes tienen un alto nivel de autoconciencia, identifican sus estados de ánimo mientras los experimentan. Concéntrate en el ahora y en cómo te sientes. Lleva un diario para analizar tus fortalezas y debilidades emocionales, y pide a tu jefe, amigos y colegas confiables que te digan cómo mejorar.
Es la habilidad de mantener el control. Para desarrollarla, aprende a manejar tus emociones eficazmente. Si sueles enojarte, identifica qué desencadena tu ira. Usa técnicas de respiración profunda para calmarte y haz una pausa antes de contestar e-mails para no hacerlo de un modo que luego te arrepientas.
Si tus emociones te distraen, te costará más trabajo realizar tareas. Para elevar tu motivación, desarrolla una autodisciplina y celebra los pequeños triunfos que te den una sensación de logro; proponte metas a largo plazo. Concentrarte en cosas que te importen reforzará tu motivación.
Empieza por pensar en las opiniones de las otras personas. Imagina cómo podrían estar sintiéndose y escúchalas con atención cuando te expresen sus emociones. Trata de no interrumpir. Fíjate en su lenguaje corporal. Si observas y escuchas a los demás, muy pronto te sentirás identificado con sus sentimientos.
Aun cuando no seas una persona sociable por naturaleza, puedes desarrollar mejores habilidades sociales. Aprende a lidiar con los conflictos y otras situaciones negativas con mayor eficacia. Trabaja en tu autoconfianza. Empieza poco a poco, pero luego busca oportunidades de practicar tus destrezas con grupos más grandes.
Por Susannah Hickling
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No habia vuelto a leer tu blog por un tiempo, porque me pareció que era denso, pero los últimos articulos son de buena calidad, así que supongo que voy a añadirte a mi lista de blogs cotidiana. Te lo mereces. :)
Saludos