Según una reciente encuesta de la revista ‘Nature’, 40 por ciento de los estudiantes no quedan satisfechos con los programas que cursan, en cambio, deben sacrificar mucho dinero y tiempo con sus familias, siendo estos algunos de los costos que implican hacer un doctorado.
Los resultados de la quinta encuesta de la revista Nature a estudiantes de doctorado confirman lo que ya se sospechaba: sacar adelante un doctorado expone a las personas a altos niveles de presión, al punto de que podría desarrollar ansiedad, depresión o tendencias suicidas.
Según el trabajo, que encuestó a 6.300 aspirantes de doctorado de todo el mundo, el 40 por ciento expresó frustraciones relacionadas con el equilibrio entre el trabajo y la vida, incidentes de acoso, hostigamiento, y una preocupación constante por encontrar un buen trabajo a futuro.
Si bien casi tres de cada cuatro personas (75 por ciento) no se arrepienten de haber tomado la decisión, 45 por ciento reconocen que la emoción cayó progresivamente a medida que profundizaron en su programa. Así, la satisfacción por alcanzar este logro académico tiende a disminuir con el tiempo.
No es un secreto que hacer un doctorado no es fácil, pero el foco de la salud mental sobre el campo cobró relevancia en los últimos años debido a recientes estudios. Uno de ellos, realizado con estudiantes de Flandes, Bélgica, descubrió que quienes aspiraban a un doctorado tenían más del doble de probabilidades de sufrir problemas de salud mental que el resto de la población educada. Y otra encuesta, realizada a estudiantes de doctorado en la Universidad de Arizona en Tucson, Estados Unidos, encontró que alrededor de las tres cuartas partes de los aspirantes sufrían un estrés mayor al del promedio de la población.
Nadie niega la importancia que tiene la formación académica para el desarrollo, pero estos datos podrían ayudar a tener una visión mucho más realista y consciente de lo que significa un doctorado y los costos que cobra más allá del factor económico. También es una alerta a las instituciones académicas sobre la necesidad de fomentar mejores ambientes de trabajo en estos espacios.
Una de las conclusiones del trabajo es que los estudiantes ya no están del todo seguros de si invertir todo ese tiempo y horas en el grado académico vale la pena. Matt Murray, estudiante de doctorado en medicina molecular en la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut, le dijo a Nature que no sabe a dónde conducirán todos sus esfuerzos. “Todavía tengo dudas de que tomé la decisión correcta”, afirma. “Hay días en los que odias todo y solo quieres ir a casa”. Igual que su caso, debería preocupar que solo el 26 por ciento de los encuestados sintió que su programa los estaba preparando “muy bien” para su carrera.
Según la OCDE, el número de estudiantes de doctorado viene en aumento en todo el mundo en las últimas dos décadas. Estados Unidos, líder en este campo, tiene al rededor de 67.500 doctores, el doble de egresados que Alemania, su rival más cercano.
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